puede manifestarse como
una sensación desagradable,
de diferente intensidad, que
denota la existencia de una
alteración en nuestro organismo...
Se trata de una percepción displacentera que se nota en lo físico y que se asocia al miedo y rechazo que aparece en la parte psíquica, trayendo como consecuencia un sufrimiento que afecta el ánimo. La parte física del dolor es abordada por los médicos de las distintas especialidades para llegar a un diagnóstico correcto y, mediante tratamientos, poder eliminarlo o disminuirlo a un grado tolerable.
Especialmente en los dolores crónicos resulta casi imprescindible la colaboración de psicólogos, que irán logrando la aceptación del sufrimiento por parte de los pacientes, reflexionando sobre otros aspectos positivos que se posean, con lo que la sensación de dolor tenderá a disminuir. Diversas formas de terapias ocupacionales ayudan a que los días sean un poco más placenteros.
Las personas que forman el entorno del paciente muchas veces no saben cómo ayudarlo, están temerosos y hasta tratan de evitarlo, contribuyendo involuntariamente a que sienta aislamiento, aumentando su sufrimiento. Acompañar, escuchar, ponerse en el lugar del enfermo para comprenderlo mejor, no haciendo comparaciones con situaciones similares, cuidarlo y brindarle un clima de tranquilidad aliviará su espíritu y, con ello, su dolor.
Fuente: Revista "Familia Cooperativa" por la doctora María Isabel Casas.
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