miércoles, 19 de junio de 2013

LA FICCIÓN DEL TIEMPO ABSTRACTO

Al tomar como base 
la noción subjetiva del tiempo,
al igual que la ciencia,
los metafísicos de la antigüedad
llegaron al cabo de sus meditaciones,
a un tiempo abstracto, exterior  a la
conciencia, liberado del espacio 
y de la materia en el espacio y
de valor universal.

                                                                           


          Por haber tomado de la metafísica este absoluto de mala ley, a falta de algo mejor, la Física, con Newton, avanzó por un callejón sin salida. Pero es menester admitir que durante 2 siglos este callejón sin salida parecía ser una vía real, antes de llegar a un punto muerto.
          ¿De qué manera se sublimó la noción empírica e individual del tiempo? La concordancia vaga de las evaluaciones del tiempo por individuos cercanos, y luego el acuerdo de los relojes en las circunstancias corrientes de su empleo, impulsaron desde la antigüedad hacia una generalización total: se admitió que debía ser así en todas partes y siempre.
          Por otro lado, sería absurdo que un efecto pueda ser anterior a su causa:
Si "A" aparece, para un observador antes que "B", habrá podido ser causa de "B", o al menos ha podido influir sobre "B". En consideración al determinismo, parece indispensable suponer que el orden de 2 acontecimientos es invariable, sea cual fuere el observador.
          De ahí la elaboración de un tiempo puro, liberado de las circunstancias que rodean su medición, separado del ambiente concreto en el que se origina y en el que es útil.
          Dentro o fuera de nosotros nada ocurre, sin una modificación que la ciencia pueda tratar de medir. Para nuestra conciencia, como para la ciencia, el tiempo, que traduce la evolución del Universo o de nuestras percepciones, está asociado a una modificación.
          Una vez que la relatividad nos ha abierto los ojos, encontramos extraña la idea de un tiempo en sí, independiente de los acontecimientos y con existencia propia en un mundo vacío.
          En un universo invariable no sería posible una definición del tiempo y no habría ninguna necesidad de ella: "simplemente no habría tiempo".


Fuente: Paul Courdec. Traducida por Néstor A. Míguez.
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