La palabra ilusión proviene
del latín illusio, que significa
engaño, y este vocablo a su
vez del verbo illúdere, cuya
traducción es "burlarse de".
De ahí que en nuestra lengua
represente, en primer lugar,
a un concepto, imagen o
representación sin verdadera
realidad, ya sea producto de la
imaginación o causado por el
engaño de los sentidos...
La palabra ilusión, también posee un segundo significado, que es el más popular y tiene que ver con algo favorable y optimista o con expectativas auspiciosas depositadas en personas o cosas. De tal forma, la ilusión está ligada a sensaciones, pensamientos y actitudes positivas, habitando en la imaginación e invitando a la acción, porque todo fluye con mayor naturaleza.
Este sentido positivo que se le da a la ilusión puede perderse por circunstancias de la vida o diferentes motivos, como por ejemplo, la acumulación de varias decepciones. Cuando no se logra lo deseado, puede crecer la desilusión, especialmente si esta circunstancia se repite una y otra vez.
Asimismo, la desilusión puede darse cuando nos invade la tristeza o se sufre algún trastorno afectivo como la depresión, situaciones que no dejan lugar para otras emociones o pensamientos. Y queda al descubierto en aquellas personas que imponen límites a su propia trayectoria hacia el futuro, dejando de pensar en ellas mismas y en lo que les gustaría llegar a ser o hacer.
Especialistas en el tema sostienen que una de las claves para mantener viva la ilusión se centra en potenciar la imaginación, que es donde cada uno crea su historia. Es indispensable, además, confiar en el logro lo imaginado, motorizando capacidades y fortalezas, y acto seguido pasar a la acción para hacer realidad la historia deseada.
Fuente: revista "Familia Cooperativa"
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