que se queja de todo a cada
instante, lanzando al aire,
sus pesares, su mala suerte,
sus problemas...
Si bien todos nos quejamos de vez en cuando por algo en particular, como puede ser el llegar tarde al trabajo, un sueldo insuficiente, y tantas quejas más, hay personas que siempre ven el vaso medio vacío y se quejan de cada cosa que les pasa. En todas las situaciones, en lugar de buscar lo bueno y positivo, eligen hablar de lo malo y negativo. Si se encuentran en una reunión familiar, seguro que critican la comida, se quejan que no los atendieron como corresponde, etcétera.
Las personas pueden quejarse cuánto quieran, pero lo cierto es que llorar sobre la leche derramada, no les servirá de mucho. Quejarse implica asumir el papel de víctima, implica despojarse del control y ponerlo en una entidad externa, implica quedarse inmóvil al borde del camino, lamentándose por lo ocurrido, mientras las personas a su alrededor, que quizás han vivido la misma situación, se recomponen y continúan adelante.
Lamentarse por los errores del pasado, por las oportunidades que no se aprovecharon o por los problemas del presente, sólo consume energías inútilmente. La queja implica una focalización en los aspectos negativos, mientras que lo que necesitamos para avanzar es precisamente lo contrario: centrarse en los aspectos positivos. Las personas que se quejan continuamente, es como si llevaran unas gafas grises para ver el mundo, lástima que algunos se han olvidado de los colores maravillosos que tiene la vida...
Fuente: www.rinconpsicologia.com
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