Sobre el bandoneón y el canto, son
dos lenguajes paralelos que manejo
como puedo...
No sé cómo lo hago, la explicación quizás
esté en que, como lo aprendí de pibe,
al manejo del instrumento
lo tengo tan incorporado
como el manejo de la voz...
Rubén Juarez.
El bandoneón, cuyo nombre deriva de su creador Heinrich Band, tiene su origen en Alemania en 1835. La inspiración de Band para construirlo fue la concertina alemana de Ufflig, instrumento que conoció a través de su hijo Peter, músico y comerciante como él.
En un principio, el bandoneón no era otra cosa que la concerina mejorada, aunque poco a poco fue evolucionando. Band también transcribió varias obras para piano adaptándolo al bandoneón; y luego de su muerte, su esposa y su hijo publicaron Escalas y Acordes en todas las tonalidades mayores y menores para bandoneón, una de las primeras obras de estudio aparecidas para el instrumento.
Marcas fabricantes como ELA, Alfred Arnold Banodonion (el de los famosos "Doble A") y Emilio Pitzer, entre otras, fueron quienes importaron el instrumento, que llegó por primera vez a la Argentina hacia fines del siglo XIX. Su ubicación en el tango se dio en los albores del siglo XX al desplazar a la flauta y el arpa y replegar el papel de la guitarra.
Con el piano y el violín, terminaron como dueños del tango. Y ha sido así desde Eduardo Arolas hasta Astor Piazolla. Es fácil determinar lo que ha significado para el género con sólo recordar letras que lo mencionan, lo toman como tema o "dialogan" con él. Un rápido repaso permite recalar en Bandoneón arrabalero, -Che bandoneón,-Fueye y -La última curda. A ellos se sumó Mi bandoneón y yo, indudablemente por Rubén Juarez.
Fuente: Revista Pronto Semanal "Clásicos de Siempre"
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