miércoles, 5 de diciembre de 2012

AMORES CANINOS

Existe la fantasía popular de que
la virginidad canina perjudica
las leyes de la naturaleza.
Si bien algunos especialistas sostienen
que no existen pruebas de que
no existen pruebas
de que tal estado dañe la salud
del animal, esta afirmación no es definitiva

                                         

                                                                                                 


          El veterinario norteamericano James Kinney dice: " Con frecuencia me convencía de que el celibato había sido la causa de desórdenes en algunas mascotas, pero después se me presentaban casos idénticos : desórdenes en perros que habían sido regularmente apareados".
          Al margen de tal apreciación, resulta obvio que el dictado de la naturaleza -más fuerte es en los seres irracionales que en los racionales, en cuanto a la reproducción - debería causar trastornos en los primeros en la medida en que el celibato les es impuesto . Sin embargo, no es necesariamente así.
          Todos, o casi todos, los propietarios de mascotas machos que pretenden que su pichicho no sea un "perdedor", saben que dependen de la buena voluntad del dueño en conseguirle una novia para realizar la cruza. No obstante, la realidad indica que, en un alto porcentaje, esa buena voluntad nunca llega.
          Es bueno saber, entonces, que cuando estos animales viven en jauría el único que reproduce es el jefe de la manada, y no el resto de los machos. Eso no significa que los demás sufran problemas emocionales.
          Podría concluirse que, de existir desequilibrios, éstos se deberían a la convivencia con el ser humano y no al resultado de la insatisfacción del torrente hormonal.
          En síntesis, cuando el propietario de un perro macho, se desespera porque su mejor compañero no muera en el celibato, en realidad su deseo es cumplir con el mandato de que su regalón tenga descendencia y no porque le resulte necesariamente imprescindible.
          Otro tanto ocurre con la hembra. Sin embargo dicen que es conveniente que durante su existencia tenga al menos una cría.
          De esta manera se evitaría que, con el tiempo, se le formaran tumores que, en algunos casos, podrían ser graves.

Fuente: Eduardo Tarnassi / para suplemento diario La Nación

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