jueves, 2 de octubre de 2014

UNA SUAVE ADICCIÓN


Multitud de nutrientes naturales
y manufacturados ocultan pequeñas
cantidades de sustancias similares a
drogas que actúan sobre el cerebro y
pueden causar una suave adicción...



                                                                         


          No comemos con la boca, sino con el cerebro. Absolutamente todo lo que ingerimos, desde el desayuno hasta la cena, está escrupulosamente encauzado por la química cerebral. Pese a que no somos conscientes de ello, la materia gris informa de cuándo tenemos que comer y en qué cantidad e incluso marca la velocidad con que deglutimos los alimentos.
          Esta cascada de acontecimientos pasa por un enmarañado diálogo químico en el que participan hormonas y sustancias neuronales que, por un lado, transforman los alimentos en los nutrientes esenciales y, por otro, regulan el metabolismo.
          Los expertos saben que esta charla ininterrumpida no sólo determina el estado de ánimo de la persona, sino que además provoca que, en un determinado momento del día o de la noche se nos antoje una comida rica en grasas, hidratos de carbono o proteínas. Por otro lado, la mayoría de los productos alimenticios, tanto los naturales como los manufacturados, contienen sustancias capaces de generar en el consumidor sensaciones agradables de las que el cerebro toma nota.





Fuente: Revista "Muy Interesante".
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