Cuantas veces se desea no hacer nada, ¿no?
Pero, las tareas diarias, el trabajo, la escuela,
en fin, siempre hay algo para hacer.
¿Se anima a no hacer nada?...
Dedique al menos una hora a reflexionar sobre algún tema, piense en lo estresado que está y cuánto le gustaría tener más tiempo para hacer lo que quisiera. No se eche la culpa de todo. La sociedad moderna es así, pero hay cosas en su vida que pueden modificarse.
Comunique a los demás sus problemas de tiempo y averigüe si a todos les sucede lo mismo. Divida sus actividades en placenteras y obligatorias y cada día propóngase dedicar un tiempo a lo que lo hace feliz. Aprenda a no hacer absolutamente nada durante un rato. No mirar televisión, no leer, no conversar, no hacer nada, nada...
Escuche a las personas que lo rodean, pregúnteles cosas, muestre interés por sus opiniones y su vida. Intente no programar todos los minutos de cada día, deje tiempos muertos para los asuntos imprevistos. Haga más lentamente todas las actividades, sobre todo conducir, caminar, hablar, comer y hacer el amor.
Párese a pensar para qué y por qué está haciendo varias cosas y si es necesario resolverlas al mismo tiempo. Mire el mundo que lo rodea: las calles, los paisajes, los animales, el cielo, aprecie su entorno e intente conocerlo. Aprenda a relajarse, dedique un tiempo diario a respirar hondo, quitarse tensiones y dejar la mente en blanco.
UN CONSEJO: Deje en su agenda, espacios, para cualquier imprevisto o tan solo para que en esa hora, NO HACER NADA...
Fuente: Revista "Muy Interesante" Editorial García Ferré.
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