miércoles, 29 de mayo de 2013

EL COMPORTAMIENTO A LA EDAD DE DIEZ

Diez, como cinco, es una
edad nodal.
Ambas edades conducen
hacia una realización
parcial de las tendencias
del desarrollo inmediatamente
anterior; pero Diez, mucho más
que cinco, sugiere un futuro latente.

                                                                     


          Un típico niño de cinco años se basta tan bien a sí mismo, está tan bien adaptado a sí mismo, que casi podría parecer un producto terminado. El ambiente tiene para él escasa existencia individual: es virtualmente una extensión o una parte de su bien equilibrado ser. Un típico niño de diez años goza, análogamente, de buen equilibrio, pero está en contacto con el ambiente adulto mediante tantas adaptaciones y en tantas formas diversas que más parece un adulto en formación. En verdad, su individualidad está ahora tan bien definida y su penetración es tan madura, que fácilmente puede ser considerado como un preadulto o al menos como un pre- adolescente.
          A los diez años, las diferencias sexuales son pronunciadas. La psicología de una niña de diez años se distingue significativamente de la de un varón de diez años con educación y experiencia equivalentes.
          La niña es más reposada, tiene mayor discernimiento social y se interesa más por los problemas relativos a la familia. Esta diferencia parece fundamental. En las condiciones culturales de la actualidad, resultan evidentes otras diferencias sexuales, mas no necesitamos considerarlas dentro de un perfil general de conducta.
          Por comparación, el niño de diez años es reposado, y despreocupado, aunque alerta. Es dueño de sí mismo y de sus habilidades; hace las cosas sin esfuerzo; trabaja con rapidez en la ejecución y acepta el reto de la aritmética mental. A menudo muestra verdadera capacidad para organizar su tiempo y sus energías. Su comportamiento general, sus actos, su orientación respecto de la casa, están más modulados.
          Se dice que el niño de diez años aprecia a su "barra" o a su club más que a su familia. Esto puede ser cierto en parte, mas, en conjunto, el niño tiene un sentido suficientemente crítico de la justicia. Reconoce las parcialidades y nos sorprende a menudo con la sensatez de sus observaciones. Juzga a sus padres y los compara libremente con los padres de otros niños.
          Muchos de sus juicios comparativos son secretos; otros son explícitos. Pídasele que describa a su maestra, y se obtendrá un retrato sincero. La señorita "A": es razonable; grita mucho; pero en realidad es muy buena.-; La maestra B: hay algunos niños a quienes no quiere. Hay uno a quien no quiere del todo.-; La maestra C: es muy grande y tiene el cabello amarillo, nunca está erguida. Camina así.- El niño de diez años tiene, evidentemente, tanta conciencia de la individualidad de los demás como de la suya propia.

Fuente: Jaime Bernstein, ex-profesor de Psicología educacional de las Universidades de Buenos Aire y del Litoral.
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