miércoles, 19 de septiembre de 2012

SÓLO LES FALTA HABLAR...COMO HUMANOS...

A su modo, los perros siempre saben
hacerse entender. Algunas claves
para que el diálogo canino-humano
sea más fluido y sepamos enseñarles
comportamiento que se adecuen al hogar...


          El hombre, por su natural curiosidad, siempre ha querido descubrir qué quieren transmitir las mascotas mediante sus gestos. Este interés proviene de la necesidad de
comunicarse.
           Si bien los etólogos han  estudiado el tema, cada uno de nosotros puede en casa lograr una comunicación plena con su perro. Simplemente hay que relacionar sus gestos con las conductas.
           Todo el cuerpo del animal expresa cosas. La cola se menea en señal en señal de ansiedad, nerviosismo o alegría; es decir, expresa emociones.
          Todos los perros mueven sus orejas. Cuando algo les llama la atención las elevan; cuando son castigados o se sienten culpables, las retraen.
          El perro sabe poner límites y para eso muestra los dientes y gruñe. Por lo tanto, combina una expresión facial con su voz. En esa misma acción otro tanto ocurre con su pelo, ya que lo eriza para acompañar su actitud amenazante. Su voz fue la que lo unió al hombre, pues fundamentalmente se trata de un animal avisador.                                                                           
          El "pichicho" ladra para llamar la atención sobre sí o sobre terceros. Aúlla cuando se comunica con sus semejantes. Eso significa que su voz tiene diversas entonaciones que el dueño irá distinguiendo con el tiempo.
          Su gemido es importante. Lo emite cuando está ansioso, dolorido, tenso o triste. Si los gestos descriptos fuesen absolutos, sería innecesario poner en práctica un sistema de interpretación para entender qué le quiere decir a su amo.
          Lo que ocurre en la realidad es que cada perro conforma su propia combinación de gestos para enviar un mensaje determinado. Si el que lee esto tiene un pichicho sabrá que el suyo, cuando quiere salir, tal vez gire junto a la puerta de calle al tiempo que gime y mueve la cola.
          O bien  puede ser que se eche  en la puerta y ser el primero en salir, antes que usted.
           En realidad, todo es cuestión de saber observar.


                                                                                                                                                                               










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