Hace tan sólo unas décadas
nadie podía imaginar que la
desaparición de sapos y ranas
de los lugares que solían
frecuentar y los expertos
culpan a la alteración ambiental
provocada por el hombre...
Parece que, para su desgracia, los anfibios, grupo que incluye a bactracios y salamandras, resultan sensibles indicadores de la salud de un ecosistema, del mismo modo que el canario les servía a los mineros para detectar si el aire estaba enrarecido. Así, si las poblaciones de anfibios declinan o desaparecen y sus cantos se acallan, algo malo debe estar pasando por allí.
En el año 1982 en California, se notó la ausencia de cierta especie de rana, la rana musgosa, que solía dar sus saltos por los alrededores de Sierra Nevada. Aunque durante décadas los ejemplares fueron abundantes, ese año no se pudo encontrar ni uno. El director del Museo de Zoología de los Vertebrados de California, David Wake, se interesó por el tema y pronto descubrió que otras ranas y sapos bastante comunes se habían desvanecido.
La noticia corrió entre especialistas de todo el mundo y se dieron cuenta que el problema era global: los anfibios estaban desapareciendo como por arte de magia. En Gran Bretaña, por ejemplo, más de ochenta por ciento de las lagunas y estanques donde los anfibios solían reproducirse han sido rellenados durante el pasado medio siglo: como consecuencia, las seis especies nativas han declinado dramáticamente. En California, el sapo de los arroyos está desapareciendo también, ya que los renacuajos no pueden sobrevivir en las aguas turbias y lodosas de los charcos, removidas por el chapoteo continuo de los vehículos todo terreno.
Fuente: Revista Nueva*/ Guadalupe Henestrosa.
*********************************************************************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario