natural que nos conecta con las
limitaciones humanas, y el hecho
de ser humanos implica necesariamente
la posibilidad de cometer errores y de
pedir ayuda...
El conflicto puede estar relacionado con la pobreza, la adicción, la enfermedad física o mental, el suicidio, la muerte o cualquier otra desgracia que ocurra. Todo factor que sea causa de aflicción para uno de sus miembros afectará al resto del grupo familiar.
Si los problemas se tratan en forma abierta y positiva la familia tendrá más fuerza para superarlos. Frecuentemente preferimos aislarnos para que las otras personas no se preocupen por lo que está pasando o por excesiva vergüenza ocultamos la verdad, y dejando un sentimiento de incertidumbre en los que están cerca nuestro.
La vergüenza nos señala nuestras limitaciones: poseerla en grado razonable nos permite asumir errores y afrontar las dificultades pidiendo ayuda si fuera necesario. Carecer de vergüenza es comportarnos como si fuéramos perfectos, controlar todo lo que sucede, culpando, criticando y juzgando a los demás.
Pero, si nos sentimos muy avergonzados por lo que somos, asumiremos una identidad de fracasados. Un sentimiento crónico de inferioridad frente a los demás nos introduce en el pernicioso hábito de criticarnos, pero podemos resolver ese conflicto que se presenta, aceptando con razonable pudor, nuestras limitaciones y nuestra necesidad humana de pedir ayuda.
ANTE LA MENOR DUDA, CONSULTE CON SU MÉDICO DE CONFIANZA.
Fuente: Licenciada en psicología Leonor Emilia Martinez, psicóloga Gestaltista.
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