Son tradiciones que se vienen
arrastrando desde hace siglos,
pero cada uno de los actos de la
preparación del pesebre, conllevan
mensajes secretos y espirituales que
es bueno conocer...
Cuando San Francisco de Asis, logró el permiso para hacer el primer pesebre le adicionó dos animales vivos: el buey y el asno. Ambos animales tienen una larga tradición, aunque tampoco debe faltar una oveja. En su mayoría, se trata de animales pacíficos de trabajo y que ayudan al ser humano a vivir.
El buey es sagrado en muchas creencias, y otorga el beneficio de proveer a la familia con los bienes materiales necesarios para que nunca falte el sustento a dicho hogar, favoreciendo entre todos sus integrantes unión, paz y cordialidad. El asno, otro animal de trabajo, paciente y entregado a su misión que es la de llevar por todo el mundo a hombres y cargas. Por eso también le cupo a él el honor de llevar a la madre del futuro Rey de Reyes hasta Belén de Judá.
El cordero, símbolo de paz y la mansedumbre que se ofrece humildemente para redimir los sufrimientos del prójimo. La estrella nunca debe faltar sobre el pesebre, porque ella fue la que guió a los pastorcitos y fue esa estrella diferente a todas las demás la que los Reyes Magos como Magos y Astrónomos, detectaron en el cielo como un brillo particular y un movimiento que los supo guiar desde el lejano Oriente hasta el pequeño poblado de Belén de Judá.
Fuente: Diario Popular, nota periodística de María Inés Bonorino.
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