domingo, 14 de diciembre de 2014

EL LECHO DE PROCUSTO

Según la leyenda griega, Procusto
era un bandido que acechaba a los
viajeros en el camino a la ciudad 
sagrada de Eleusis...



                                                                             


          Procusto, después de robar a su víctima, la obligaba a tenderse en una cama de hierro. Cuando su estatura superaba la longitud de ese lecho, Procusto la mutilaba hasta ponerla al ras.
          Si en cambio el individuo resultaba corto de talla, Procusto lo estiraba sin piedad con tiras de cuero colocadas en los pies y la cabecera de la cama.
          La historia terminó mal para el bandido, porque un héroe, Teseo, quien ya había liquidado al Minotauro, acabó para siempre con sus fechorías después de someterlo a la misma tortura que él aplicaba a los demás.
          La parábola es evidente: previene a quienes a toda costa tratan de imponer excesivos límites al prójimo. Los caprichos ortopédicos y las disposiciones tan restrictivas y forzadas como lo eran, según la mitología griega, el lecho de Procusto.




Fuente: Revista Caras*
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