A fines de la Edad Media,
se solía embellecer las casas
con ramas de árboles perennes...
En aquellos tiempos, estos adornos en la entrada de las casas, la iglesia lo consideraba como reminiscencias paganas. Se aseguraba que era necesario poner un atado de ramas para ahuyentar a los demonios entre Navidad y la Epifanía o Fiesta de los Reyes Magos.
Así se fue pasando del atado de ramas al árbol de Navidad, como rememoración del árbol del Paraíso. En un principio en el árbol sólo se colgaban adornos comestibles, como frutas, dulces, nueces, huevos y obleas.
A partir del siglo XVII se empezaron a confeccionar a mano adornos más festivos como piñas de abeto pintadas de dorado y cascarones de huevo recubiertos de latón finamente repujado. También se confeccionaban flores de papel y otras manualidades hechas con algodón.
De finas láminas de latón surgían los ángeles plateados y de delgados alambres de hojalata enrollados, arrugados y/o prensados a modo de oropel surgían estrellas, mariposas y capullos.
Fuente: Historia de los Árboles de Navidad. Diario Popular*
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