jueves, 11 de abril de 2013

LA CREENCIA DE LOS PUEBLOS ANTIGÜOS

Los hombres primitivos
tuvieron una "impresión mágica"
del mundo.
Los seres, los fenómenos de la 
naturaleza, los astros,
todo lo que no comprendían
les parecieron cosas misteriosas.

                                                                                       


          Las fuerzas de la naturaleza, le pareció al hombre primitivo, que obraban en favor o en contra de ellos. Se preocuparon entonces de protegerse contra las que consideraban enemigas y de procurarse la ayuda de las fuerzas amigas.
          Lo hacían pintando escenas en las grutas y levantando piedras, en los tiempos prehistóricos, o considerando sagrados ciertos árboles, fuentes, lugares o animales, etcétera. Después dieron a los dioses  figuras humanas y les esculpieron o moldearon estatuas.
Danzaron y cantaron en su honor, les ofrecieron flores, perfumes, frutos, licores, le sacrificaron animales y también personas.
          Practicaron ceremonias especiales reservadas a los sacerdotes y hechiceros que se atribuían el poder de sanar a los enfermos, curar las heridas, explicar los sueños, adivinar el futuro e interpretar la influencia de los astros sobre el destino de los individuos.
          Estas religiones se llaman " naturales" porque se formaron espontáneamente. Fueron primero Panteístas (pan:significa todo) (théos: dios) porque todo les pareció "divino" y después Politeístas ( poli: muchos) porque condesaron la divinidad en seres imaginarios poderosos e inmortales. Más tarde surgieron las religiones Monoteístas que creyeron en un solo Dios (mono:uno).
          En algunos pueblos hubo predicadores que explicaron una religión; por esa causa se llama Revelada. Entre los medopersas, fue Zoroastro, cuya doctrina se recogió finalmente en un libro llamado el Zend Avesta. A los hebreos, Dios les habló por intermedio de Abraham y Moisés. 
          Moisés fue quien condujo a los hebreos en su fuga de Egipto adonde estaban cautivos, y fue Dios quién le dictó en la cima del monte Sinaí, los diez mandamientos o decálogo ( deca: diez; logos: tratado). El decálogo encierra las principales reglas de la moral. Prohíbe la adoración de los falsos dioses, representar a Dios con figura humana; usar en vano su nombre ( se usaba su nombre al prestar juramento; por lo tanto debía cumplirse lo jurado); ordena descansar los sábados, honrar a los padres, no cometer adulterio ni robar, no levantar falso testimonio, no desear los bienes ajenos.
          La aplicación del decálogo estaba a cargo de los sacerdotes, del consejo de ancianos y para ciertos casos graves de una asamblea general del pueblo. 

Fuente: Editorial Kapeluz, enciclopedia universal.
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