Pitágoras: " Educad a los hijos
y evitaréis castigar a los hombres"...
Esta frase resume, con sabiduría y contundencia, qué esconde la noble y desafiante tarea de criar a un hijo. Noble porque , si bien a medida que crezca tomará sus decisiones y hará su camino, de esa primera educación depende gran parte de lo que será como adulto. Desafiante porque muchas veces pensamos que darle todo lo que quiere lo hará sentir más amado cuando en realidad, nuestra tarea no es consentirlo sino prepararlo para el mundo "de verdad", donde no siempre podrá hacer lo que tiene ganas porque la convivencia está ordenada por ciertas reglas que deberá cumplir.
Pero esto no es de todos los niños malcriados tienen más riesgo de sufrir cuando salen del nido familiar ya que frente a la negativa y a los límites a los que no están acostumbrados suelen sentirse agredidos y frustrados. La buena noticia es que resulta posible advertir a través de ciertas señales si se está criando a un consentido. En ese caso es importante propiciar un ambiente con límites establecidos a partir de reglas. A la hora de ponerlas en práctica es posible que haya resistencia por parte del chico y que se requieran varios intentos hasta que las incorpore a su rutina. Nuestro rol como adultos será, entonces, perseverar; convencidos de estar educando a un futuro adulto responsable y emocionalmente sano.
Los siguientes comportamientos de un niño en la casa, revelarán a un niño o niña malcriados: Hace berrinches con frecuencia; Nunca estará satisfecho; No le gusta ayudar; Siempre quiere controlar al adulto; Busca llamar la atención en público; No comparte sus cosas o juguetes con otros; El adulto "ruega" obediencia; El niño ignora al adulto (padre o madre); No sabe jugar solo; El soborno es la única manera de que obedezca (juguetes, golosinas, algo de dinero, etcétera).
Fuente: revista " Vivir Mejor" del doctor Alberto Cormillot* //Hijos Malcriados*
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