poder de crear y el poder de
destruir, el mejor ejemplo lo
podemos apreciar en una
amistad o una relación,
comienzan conversando y por
cualquier palabra que podamos
decir fuera de lugar puede terminar...
A medida que vamos creciendo y madurando, vamos perdiendo nuestra inocencia. Esto puede hacer que nuestra capacidad para crecer disminuya. Así empezamos a dudar de nosotros mismos a ver lo negativo y lo feo, en vez de lo positivo y lindo, o a desconfiar antes de conocer.
Casi siempre decimos por ejemplo, que es lo más cotidiano:"-¿No hay comida?-", es que ya estamos condicionando que: "No Hay", o soy pobre, o no tengo, o no puedo, no sé, ni lo intenté, y es siempre el no primero. Si decimos no puedo, entonces no se podrá, pero si afirmamos con el ¡Sí Puedo! de seguro así será.
A las palabras no se las lleva el viento, quedan enganchadas en nuestra mente y en nuestro corazón, y así van dirigiendo nuestra vida a lo largo de ella. Si nuestro vocabulario es pobre y pesimista, así será nuestra vivir. Queremos abundancia, queremos paz, queremos ser felices, pero, son nuestras palabras, cuando las pronunciamos que decimos todo lo contrario. Pensemos que la palabra puede curar y dar felicidad, si están en positivo, de otra forma será todo lo opuesto.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
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