el chocolate o el azúcar, son sustancias
químicas que actúan en nuestro cuerpo
como si le inyectáramos gasolina a
presión, disparando una producción
de energía que enseguida se agota...
Estos estimulantes elevan rápidamente los niveles de energía, estimulando las glándulas suprarrenales, situadas sobre los riñones, para que liberen hormonas que ponen la glucosa directamente a disposición de las células del cuerpo.
La persona queda pronto enredada en un círculo vicioso en el que cada vez necesita más estimulantes para obtener el mismo efecto, hasta que acaba por hacerse dependiente de los mismos. Los estimulantes también contienen toxinas, y se sabe que el cuerpo tiene una capacidad
determinada para deshacerse de ellas. A medida que la química de su cuerpo se va agotando, su organismo se pone en alerta constante y usted queda expuesto a la ansiedad, la fatiga y los cambios de humor.
Reducir la ingestión de estimulantes es clave para poderse relajar. Anote en un diario todos los estimulantes que consume ( té, café, azúcar o chocolate), durante tres días y sea sincero sobre la cantidad que ingiere de cada uno. Intente identificar en qué momento del día los toma (como respuesta a una situación de estrés, o como tentempié, por ejemplo, y observe si encuentra algún patrón que se repite. Trate de sustituir estos patrones de comportamientos por otros más saludables, como por ejemplo, una fruta por una tableta de chocolate.
Fuente: del libro "Guía del antiestrés" por Sara Rose*
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