Es normal en todas las personas,
mirarse al espejo y encontrar rasgos
heredados de su ascendencia:
el color de los ojos, la forma de la nariz,
el tono de la voz, y muchas características
físicas que se pueden recibir por vía genética.
Y los pensamientos malos, se heredan también?...
¿Es posible reflejar o heredar aspectos menos palpables? Como por ejemplo: la frialdad de un abuelo, la violencia de un tío, o incluso la maldad de algún familiar cercano o de la tercera generación?... Aquí no hacemos referencia al gen del guerrero, una alteración cromosómica que puede volver a las personas hasta seis (6) veces más violentas, sino que la presunta influencia que tiene la genética en el gusto por la violencia y los actos que se encuentran por fuera de lo socialmente admitido.
En este punto, es donde aparecen distintas posturas: una pugna entre aquellos que le dan valor a los aspectos heredados -natura- y quienes consideran que lo aprendido a través del entorno: -nurtura- tiene mayor peso. Hay ciertas teorías que señalan a la maldad como rasgo hereditario.
En 1870 el doctor Cesare Lombroso, médico, escritor y criminólogo, quien se basaba en aspectos netamente físicos, consideraba que las personas con maldad, tenían una gran mandíbula, cuencas oculares profundas y orejas en forma de manijas o manivelas. También, hace más de veinte años, se propuso desde la Universidad de Nijmegen, la existencia de un gen de la agresión, tras estudiar durante cinco generaciones a varias familias de Holanda. En Kansas, Estados Unidos, una familia de apellido Bender, tenían una taberna, que cuando sus clientes entraban allí, los mataban, gozando de tal aberración.
Fuente: TuDiscovery.com/La Maldad.
*********************************************************************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario