Los faros no sólo señalan la entrada
de los puertos, sino también las
islas, la extremidad de los promontorios
y de las penínsulas, los bancos de arena
en que las aguas son poco profundo, los
arrecifes y, en general, todos los obstáculos
peligrosos para la navegación...
Frecuentemente, en estos últimos casos se usan sistemas de señalización que podríamos definir como "faros en miniatura". Se trata de las boyas luminosas, que son flotadores andados al fondo del mar y provistos de una lámpara. Cuando únicamente es necesario un relativo punto de referencia sobre la proximidad de la costa, se ponen a lo largo de ésta boya de señalización, desprovistas de luces. Su forma es la de una torre normalmente ancha en la base y más estrecha en la parte alta. Las paredes, sobre todo si el faro es golpeado a menudo por las olas, son de un gran espesor.
En lo alto del faro se encuentra la parte que se denomina "linterna" que es una enorme lámpara o bombilla, capaz de enviar sus rayos luminosos a decenas de kilómetros. La distancia desde donde puede verse la luz de un faro depende de diversos factores. En primer lugar la potencia de la lámpara, la cual influye, como es natural, en el alcance de su luz. En la parte inferior o base del faro, se halla la vivienda del vigía, exenta de lujos y comodidades. Aunque cada vez más los faros son automáticos y no requieren presencia de un farero. En segundo lugar, la transparencia del aire, que puede ser muy reducidos en lugares cuya atmósfera es neblinosa y contaminada. Y por último, la altura del faro es entre 100 a 108 metros dependiendo del lugar de su ubicación.
Fuente: www.curiosfera.com
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