Las celebraciones existen desde el
principio de los tiempos en la especie
humana.
Son rituales que los seres humanos
llevan a cabo para destacar algo de
manera única algún acontecimiento...
Festejar hace a la autoestima y pone el acento en la importancia de estar juntos. Celebrar, como tantos otros ritos humanos permite a los hombres detenerse y contar con motivos que contribuyen de manera importante a darle sentido a sus vidas. " En medio de tanto apuro, es sano y emocionalmente gratificante detenernos, hacer un alto en el cual nos permitamos compartir, sentir que las coincidencias potenciaron y las diferencias sumaron y se llegó a un ansiado y preciado resultado" explica la psicóloga María Gabriela Fernández Ortega, del Instituto Sincronía.
Paradójicamente, cuando se celebra, el esfuerzo es un recuerdo y la sensación que impera es la de gozo, la de festejo. La celebración permite conectarse con cosas importantes, con personas queridas y mantener siempre presente los momentos que realmente tiene valor y sentido. El detenernos nos permite vincularnos a nuestros afectos desde un lugar especial. Los invitamos para compartir con nosotros una fiesta, a relajarnos, a sonreír y aunar todo ese tiempo pasado, que nos permitió llegar a destino con este mismo instante presente. En definitiva, las alegrías se sienten más y mejor cuando estamos acompañados por quienes más nos aman y a quienes más amamos" opina María Gabriela Fernández Ortega, psicóloga.
Fuente: diaadia.viapais.com.ar
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