No todos estamos igual de dotados
para los chistes.
Muchos, de entrada se declaran
insolventes en este campo, y
seguramente tienen razón...
Y luego está ese embarazoso silencio que se hace tras contar la presunta gracia:" ¿No lo entiendes?", preguntando incrédulos. Solo, nos reímos nerviosamente, nosotros. ¿Qué hace que un chiste sea bueno o que algunas personas cuenten chistes mejor que otras?
Desde sus inicios, la psicología moderna ha estudiado los mecanismos de ese pequeño relato humorístico, probablemente tan antiguo como la humanidad. Sigmund Freud, abordó profundamente el tema en sus tiempos, y en los sesenta, el experto Edwuard de Bono, creía que la risa se producía porque nuestro cerebro, siempre está buscando patrones para ordenar la información, encuentra de repente una conexión inesperada.
¿Es, pues, la sorpresa el secreto de un buen chiste? Hasta cierto punto... Una investigación que acaba de publicar el psicólogo cognitivo Sascha Topolinski de la Universidad de Wurzburgo, Alemania, aparentemente, demuestra que a veces es más importante, aún la fluidez con que los narras. En sus experimentos, presentó a los sujetos palabras importantes del golpe final, del remate chistoso, minutos antes de contarlo, y muchos voluntarios lo puntuaron más alto en la escala de "gracioso". Cuando se anticipaban palabras del principio, no tenían efecto. La conclusión que saca Topolinski, es que contrariamente a lo que dice el sentido común, hacer un "spoiler" ( explicar gráficamente lo que se narra), a veces aumenta la eficacia del gag, porque los oyentes lo entienden mejor.
Fuente: revista Muy Interesante, por Pablo Colado
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