La leyenda de que en el año
490 A.C., al vencer los atenienses
a los persas en la Batalla de Maratón,
los generales griegos enviaron al corredor
Fidípides a Atenas, y cuando llegó a su
meta exclamó: "Alegraos, hermanos
hemos vencido..."
Después de anunciar la victoria, Fidípedes murió. En los juegos antiguos la carrera más larga no superaba los 5.000 metros. La prueba que hoy en día llamamos maratón, se inventó unos 2.500 años después, como parte de los juegos de las Olimpíadas modernas, celebradas en Atenas en 1896, para conmemorar la hazaña de Fidípedes, que puede o no haber ocurrido.
"Cuando los antiguos juegos de Olimpia iban a revivir en Atenas en 1896 a modo de competencia deportiva universal, se consideró apropiado dar a la legendaria carrera un toque de modernidad" explica David Martin en The Olympic Marathon, autorizada historia sobre el tema. Los primeros maratones modernos -de Atenas, 1896, a Amberes, 1920- variaron en distancia entre los 39.996 y los 42.750 metros.
No fue sino hasta 1924, en los juegos de París cuando se decidió adoptar la distancia reglamentaria de 42.395 metros, ya usada en Londres en 1908, porque era la que mediaba exactamente entre la salida, en el Castillo de Windsor, y la meta, en el Estadio White City. Para los atletas de la Antigüedad, las consideraciones monetarias eran tan importantes como la meta. Una victoria olímpica era un pasaporte a la fama, la riqueza y la posibilidad de ganar más dinero por presentaciones en otros festivales, explica la doctora Judith Swaddling, del Departamento de Antigüedad Grecolatina del Museo Británico de Londres.
Fuente: Revista Selecciones del Reader´s Digest: William Ecenbarger
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