martes, 26 de marzo de 2013

ENTRE JALEAS, DULCES Y MERMELADAS MENDOCINAS

Mujeres mendocinas nucleadas
en una cooperativa
de trabajo demuestran
que no sólo hace la fuerza,
sino que también
se hacen los mejores
dulces artesanales.

                                                                


          En 1989 el Instituto de la Mujer ( dependiente del gobierno de Mendoza) y el INTA 
(Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) convocaron a mujeres rurales de la provincia para pensar y generar, entre todos, alternativas de trabajo. La idea de aprovechar las magníficas frutas de la zona para convertirlas en dulces surgió casi con la misma naturalidad con que esa tierra privilegiada entrega sus dones a quienes se esfuerzan por conseguirlos.
          Las mujeres del campo saben de cuánto son capaces y jamás dudaron de que podrían lograr sus propósitos: crecer juntos, tanto en lo material como en lo espiritual, y al mismo tiempo contribuir con el desarrollo de la economía mendocina. Contaban con el apoyo de los organismos que impulsaban el proyecto, a los que pronto se sumaron las Facultades de Ciencias Agrarias y Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo.
          Si la unión hace la fuerza, quedó demostrado que también hace dulce, y del mejor. La receta lleva muchas ganas de aprender y progresar, toneladas de capacitación, fórmulas tradicionales combinadas con tecnología moderna, elaboración artesanal, envasado manual y máximo cuidado de los mínimos detalles.
          Gran variedad de jaleas, dulces, almibarados y mermeladas expresan la armonía entre los frutos de la naturaleza y la delicada labor de la gente. Sin procesos industriales, en pailas pequeñas, revolviendo pacientemente con espátulas de madera, las dulceras convierten frutas frescas y azúcar en una alquimia perfumada, colorida y riquísima!.
          Cuando está a punto se envasa y se esteriliza en baño de María. Los frascos se revisan uno a uno  y se lavan antes de colocarles la etiqueta y la faja de seguridad. Todo se hace reposadamente y con alegría, pues las tareas se asignan de acuerdo con las preferencias de cada una.
          Maridos e hijos colaboran en la cosecha, el traslado e incluso la preparación de los dulces. Las mujeres lideran uniones vecinales que mejoran las condiciones de vida con centros asistenciales y algunas mejoras para la comunidad. Para ayudar a quienes más lo necesitan, compran la fruta a pequeños productores. Aunque parezcan milagros, son realidades ...y muy nuestras.

Fuente: Cocina Nueva/ sin autor declarado.
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