lunes, 18 de marzo de 2013

AYUNO Y ABSTINENCIA, ¿ PARA QUÉ?

El ayuno no es un " invento" cristiano.
Es una práctica religiosa
universal que tiene un importante
lugar en la religión islámica y
en la judía.
La iglesia, siguiendo el ejemplo
de Jesús, practicó el ayuno
desde sus orígenes.


                                                                                 


          Muy temprano también se introdujo el " detalle" de privarse de comer carne. La carne vacuna, en esos tiempos faltos de " heladeras", " freezer" y " carnicerías", era un producto muy caro que sólo consumían los " pudientes". Era, por lo tanto, un artículo muy apto para ser 
" transformado" en LIMOSNA ( la iglesia siempre asoció el ayuno a la limosna).
          Mucha gente hace " régimen" para adelgazar. Ello representa un esfuerzo, un " sacrificio"
que se hace voluntariamente para lograr una buena meta: perder kilos sobrantes y ganar salud.
Ayunar es comer menos de lo que reclama el paladar y el estómago; privarse de comer carne y más aún de otros manjares; también ayunar es el esfuerzo que implica " sacrificio" de hacer o no hacer otras acciones que en el lenguaje religioso se llama "Penitencia".
          Los cristianos hacen penitencia por 3 motivos: * Para expresarle a Dios - mediante algo que cuesta mucho hacerlo- ya sea por haber pecado o por haber ofendido.
* En recuerdo y unión a los sufrimientos de Cristo que redimió los pecados, colgado en la cruz.
* Para ayudar a los necesitados, transformando esa penitencia en limosna.
          Por otra parte, no se trata de " sufrir por sufrir", eso sería ridículo y hasta enfermizo. El cristiano tiene viva la conciencia que la " tiranía" de los gustos corporales como el paladar, el estómago, y la comodidad, no le producen la Paz y la Libertad que nos trajo Cristo. 
          Dejarse esclavizar por la " ley del placer" esa que dice " date todos los gustos", " no te prives de nada", "pásala de lo mejor"no nos ayuda a parecernos a Cristo, " que pasó por el mundo haciendo el bien".
          Porque queremos seguir el ejemplo de Cristo en su amor a los demás, las privaciones deben tener consecuencias caritativas: ayudar a las necesidades físicas y espirituales del prójimo. Por esto, el ayuno y la abstinencia, siempre estuvieron unidos a la Limosna: nos privamos de comida, bebida, gustos, diversiones ... y su costo lo donamos - en dinero o en especies- para que otros sufran menos.
          Esta es el Alma de la penitencia, el verdadero Espíritu de ella. La que nos hace responder al deseo del Señor: " He preferido la misericordia a los sacrificios".

Fuente: Temas para reflexionar en familia.
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