Mas allá de que es difícil aceptar
cambios y transformaciones, si no
hubiese pérdidas en nuestras vidas,
no tendríamos crecimiento ni evolución...
Como algo no deseado, se las vive con sufrimiento y una gran pena, desde la muerte de un ser querido, una desilusión, una frustración ante un proyecto, un inconveniente de salud. Cuando algo importante para nuestras vidas se priva para siempre, al mismo tiempo se produce una pérdida de algo propio, tal vez ligado a la autoestima o a la culpa.
Surgen, entonces, sensaciones de remordimiento y de reproches. Con el tiempo, el sentido de la realidad debería imponerse y el individuo podrá, de tal forma, reorientar su energía, sus deseos y sus propios potenciales. Aquello que se perdió con gran dolor no se llevó nada de la persona y la vida sigue con sus estímulos, sus logros y sus sinsabores.
Cada quien lo hará a su tiempo y a sus modo, a medida que la resignación va apareciendo. Entonces lo aprendido, es decir aquello que nos nutrió como seres humanos, nos dará la posibilidad de seguir evolucionando.
Fuente: Revista "Familia Cooperativa"// por la Licenciada Marta Craichik
*********************************************************************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario