jueves, 1 de noviembre de 2012

EL EMPLUMADO

Son vivarachos, muy cantores o
mudos; siempre están hambrientos y
nunca hay pan mojado o granos
que alcancen y si andan inapetentes
son motivo de angustia para toda la familia.

                                                                                                        

          En cautiverio, son dóciles o recelosos, según; en libertad, veloces, escurridizos. Los domésticos y pequeños, alumbran terrazas, balcones y patios con sus colores y cantos;  los rapaces, máquinas volantes llenas de voracidad, son tétricos y pueden alzar un carnero desde el valle hacia sus guaridas montañosas. Los hay de todas clases, desde el mítico Ave Fénix y el fósil odontopterix toliapicus que aleteó en el Eoceno, hace 60 millones de años, hasta los neornites o los passeriformes, se desperezan en los anales de la zoología más de 8.600 especies. Y no todos los eruditos quedan conformes: " debe haber más" dicen unos; " no son tantos", musitan otros. 
         Mezclas naturales o inseminación artificial. La exasperada investigación dejó lugar, hace poco, a otra versión: la migración de ciertas aves. Saber el por qué de danzas, erizamientos del plumaje y lenguaje, ¿ Resultados? Una interminable lista de preguntas que antes nadie se hacía. El colorido personaje, en vez de vaciar interrogantes llenó de dudas, acertijos y pronósticos a los eruditos. Y eso es lo maravilloso de ellos: su magia canora y su misterio vital. Comercio, a veces digno y otras irresponsable, suele resultar también caza brutal.


                                                                                                 
Fuente: ricardo p. ramos
La Razón
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