a nivel mundial dejaron en claro que
disminuir el consumo de azúcar en
nuestra dieta conlleva algunas
ventajas como la pérdida de peso o
un menor riesgo de contraer
enfermedades cardiovasculares...
En tal sentido, el consumo de azúcar libre o indiscriminado de bebidas azucaradas representa un factor determinante en el sobrepeso y la obesidad de las personas. Pero más allá de que reducir el peso corporal constituye un paso adelante a la hora de mejorar la salud cardiovascular, la ingestión de azúcar afecta a otras variables como la presión arterial y la presencia de lípidos sanguíneos como triglicéridos o colesterol LDL y total.
Por otra parte, la proliferación de productos ultraprocesados en las dietas occidentales produce, entre otras cuestiones, una resistencia a la leptina, hormona involucrada en las ansias de comer. Disminuir la cantidad de azúcar que se consume revierte esa resistencia y alienta la recuperación del correcto funcionamiento del apetito. Asimismo, existen fundados indicios acerca de que una dieta en la que proliferen sustancias altamente aditivas como el azúcar puede motivar un aumento en la ingestión de alimentos, incluso con episodios de hiperfagia, es decir un incremento excesivo de la sensación de apetito y consumos descontrolados de alimentos sin razón aparente.
Como reemplazo existen opciones más sanas, que pueden centrarse en meriendas preparadas en casa, que incluyan frutas, verduras e incluso granos. Si se considera a la disminución del consumo de azúcar como una misión casi imposible, puede comenzarse con la utilización de endulzantes no refinados como la miel que, además de contener vitaminas y minerales, resultan menos dañinos para el cuerpo.
Fuente: revista Familia Cooperativa #387
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