Sin saber cómo ni por qué,
la vida siempre te acaba
sorprendiendo cuando menos
te lo esperas.
¿ Es que quizás las personas
no tenemos control alguno
sobre nuestro destino y este
fluir vital en que nos envolvemos
cada día?...
Desde luego, lo tenemos. Lo que ocurre es que muchas veces somos nosotros mismos quienes nos cerramos las puertas a estas oportunidades, a estos cambios, a estos actos fortuitos satinados de positividad y esperanza a los que todos tenemos derecho. Si hay algo que también tenemos claro, es que no por desear que nos alcance la suerte va a llegar por sí sola.
Es más, sabemos también que no por actuar con integridad y nobleza hemos de ser siempre afortunados. El destino no parece actuar así. Ahora bien, todo depende de la forma en que te erijas ante la propia vida. En ocasiones, quien se levanta con firmeza, con orgullo con su coraza puesta, acaba quebrado.
A veces, es mejor ser como esas espigas del campo que se adaptan al viento y a sus embestidas, porque son flexibles, porque son ligeras y pacientes. La vida, como cada aspecto de este mundo, tiene su ritmo. Hay que saber escuchar, atender y mirar el día a día con la mente abierta y el corazón despierto. Las cosas buenas siempre llegarán si confías, si te sientes merecedor de ello y sabes actuar.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
*********************************************************************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario