A partir de la entrada de la televisión
en nuestros hogares y, sobre todo del
legado de Walt Disney y es más que
habitual que los niños se pasen todo
el día viendo dibujos animados.
Por supuesto, hay adultos que también
lo hacen para entretenerse e incluso,
pasar tiempo con sus hijos....
Más allá de que esto puede ser sano o no para los pequeños, vale la pena analizar que peligros psicológicos puede llevar asociado el visionado excesivo de las aventuras de estos personajes de ficción. Formas extrañas, pieles de colores, personajes con poderes, uso de lenguaje específico... ¿Qué tienen los dibujos animados que tanto nos gustan? En primer lugar, los dibujos animados nos atraen por los colores y los sonidos. Los niños desde una temprana edad se sienten "llamados" por esos movimientos en el televisor, atención que sigue siendo atraída poderosamente durante sus primeros años.
A su vez, el contenido y su manera animada de presentarse, hace que los pequeños puedan seguirlos durante horas y horas sin aburrirse. Por otro lado, los dibujos animados tienen forma de educativos y en buena medida lo son. Sin embargo, la naturaleza de esta educación no es tan clara, ya que en muchos, abunda la violencia. La cantidad de horas que al pequeño está frente a "la caja tonta" tiene sus consecuencias. Si se le llama para comer y no responde, si se le hace una pregunta y no contesta, si se le dice que es hora de dormir y pide un poco más de televisión, es cuando debemos intervenir.
Es mucho mejor contarles un cuento, en el que podemos despertar su imaginación y contestar directamente a sus preguntas, que media hora más de dibujos animados. El consumo excesivo de series animadas está asociado con la ansiedad, la incapacidad creativa, la agresividad y la búsqueda de sensaciones y emociones diversas.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
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