Una grieta es una abertura larga
y estrecha producto de la separación
de dos materiales.
En geología se pueden distinguir
dos tipos comunes de grietas: las
grietas de contracción y las grietas
en cuña...
Las grietas de contracción son fisuras relativamente anchas respecto a su longitud, que se abren al contraerse el suelo o una roca. Su formación constituye un fenómeno característico de los suelos arcillosos que, al desecarse, forman una red poligonal de esas grietas de retracción. Ciertas capas del subsuelo conservan la huella de grietas que una vez abiertas se llenaron de arena, lo cual impidió que la humedad ulterior volviera a obturarlas.
Por su parte, las grietas de cuña son verticales, producidas mayormente en las regiones frías del globo formadas tras la congelación rápida del suelo. Miden uno o varios decímetros de anchura, uno o varios metros de largo y hasta 10 metros de profundidad. Estas cavidades acaban por rellenarse con los derrubios (material suelto o sedimento de rocas), provocados por la acción del hielo y el deshielo. En los glaciares, las grietas suelen llamarse con el término francés crevasses, y es común que se formen cuando el hielo se halla sometido a esfuerzos de tracción que superan su plasticidad.
Mientras que una fisura es una hendidura en una roca. Ciertas fisuras datan de la formación de la roca, otras son el resultado de las fuerzas tectónicas que han obrado ulteriormente sobre ella. Las de las rocas compactas y duras se llaman diaclasas. Se deben a esfuerzos de tracción, torsión o compresión, a cambios de temperatura, etc. Las fisuras de contracción se producen por la desecación de rocas arcillosas, o por el enfriamiento de rocas volcánicas.
Fuente: es.wikipedia.org
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