casi la mitad de las personas viven solas.
Algunas eligen ese estado, pero para otras,
es una situación no deseada que puede
conducirlas a la depresión.
El fenómeno creció en la última década,
estimulando por la falta de solidaridad y
el anonimato que se han impuesto en las
relaciones humanas...
En épocas no muy lejanas la gente estaba menos amontonada, pero más junta. Era más solidaria y menos solitaria. Ahora que las ciudades crecen e imponen a las relaciones un anonimato casi irremediable, muchos de sus habitantes están solos. La soledad es un fenómeno predominantemente urbano. Al margen de las añoranzas, cabe acotar que la plaza del pueblo, o del barrio era algo más que un pulmón dador de aire: era la coordenada social por excelencia, pues allí se encontraban los chicos, los enamorados, los viejos, las señoras y los señores que tenían tiempo libre, o se las arreglaban para fabricárselo.
En los centros de las principales ciudades, cuatro de cada diez personas viven solas. Antes eran, en su mayoría, jóvenes de veintidós y veinticinco años que se independizaban de sus padres o mayores de sesenta que enviudaban. Hoy, muchos andan alrededor de los cuarenta y cinco. Elegida o no, esta soledad distinta de la que es natural en determinadas etapas vitales se instaló entre hombres y mujeres a comienzos de la década del 80'. Y pronto surgieron, para favorecer el contacto entre solos y solas o mitigar sus penas, las propuestas más diversas que puedan imaginarse: desde bailes exclusivos para los que no tienen pareja hasta grupos de autoayuda, pasando por programas de asistencia y enganches vía internet.
Fuente: revista Nueva, Gabriel Aranovich
*********************************************************************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario