En marzo de 1918, comenzaron los trabajos
del único puente peatonal que la empresa
del Ferrocarril del Sud construyó en la planta
urbana local.
Lo hizo luego de repetidos reclamos por parte de
los vecinos de las villas, que veían con preocupación
las severas dificultades que tenían para cruzar la
amplia parrilla de vías en la zona de la estación....
Eran poco más de 100 metros los que separaban las avenidas Cerri y Parchappe, a la altura de calle San Luis. Desde fines del siglo XIX el tráfico y las maniobras de los trenes y las locomotoras eran constantes y crecientes. Los cientos de vecinos que transitaban el lugar debían caminar hasta los paso a nivel o barreras de paso, de calles Darwin y Falucho para sortear las vías sin poner en peligro sus vidas.
A pesar de haber construido un verdadero cinturón de hierro y mampostería alrededor del macrocentro, las empresas ferroviarias -tanto el Buenos Aires al Pacífico como el Ferrocarril del Sud- fueron reacios a construir puentes que salvaran esa barrera urbana. Lo hicieron en 1910 con uno vehicular a la altura de calle Chile y la avenida Colón y volvieron a invertir en este tipo de infraestructura en 1918, con la construcción del puente peatonal en la Estación Sud.
Para ello recurrió al uso del hierro, material por excelencia de las obras ferroviarias impuesto a partir de la revolución industrial. El paso de 105 mts de largo, se elevó 6 mts sobre los rieles, con escaleras de acceso de 30 escalones. La madera dura, sirvió como plataforma durante 79 años fueron retirados en calamitoso estado en el año 2009, reemplazada por chapones de hierro.
La obra fue conocida desde siempre como el "Puente Negro" y además de su uso como paso al centro, se convirtió en un mirador y hasta tuvo destino medicinal: las madres llevaban allí a sus hijos para sacar provecho del vapor de las máquinas y mejorar algún estado de congestión. Pero también en el 2009 la extensión de la avenida Cerri hasta calle Montevideo, derivó en la demolición del paredón existente sobre calle Cerri, abriendo un nuevo canal de comunicación por tierra. Con los meses, el tránsito por el puente dejó de hacerse, salvo por curiosidad o entretenimiento.
La municipalidad incluso procedió a construir un camino de cemento, fortaleciendo su uso. A más de un siglo de su construcción, la obra sigue siendo un símbolo de la ingeniería, un testimonio de la voluntad de salvar barreras, un referente del paso de las empresas inglesas por la ciudad y un referente barrial.
Puente y paredón cuando aún no era derribado
Fuente: lanueva.com//historia de Mario Minervino, periodista.
*********************************************************************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario