La ignorancia jamás toma conciencia
de su propia incompetencia.
Es fanfarrona, se cree toda una experta
y sobreestima sus habilidades con reluciente orgullo
"asume que todo lo sabe"...
En cambio, las personas inteligentes dudan más, son inseguras y portadoras de una mirada más humilde, capaz de entender que en este mundo nada puede darse por sentado. Bertrand Russell dijo una vez que el problema de esta vida es que los estúpidos siempre están seguros de sí mismos y las personas brillantes llenos de dudas.
De algún modo esto explicaría porque quienes alcanzan el éxito no son siempre los más preparados o los más inteligentes. Gran parte de los puestos de mayor responsabilidad y trascendencia en nuestra sociedad están, por término medio ocupados por los más ineptos, por perfiles poco hábiles pero dotados de capacidades muy directivas.
En un documental producido por la BBC titulado "El Problema de los Listos", se dejaba en evidencia un hecho llamativo. Si la mediocridad es quien alcanza el éxito en nuestra sociedad es porque confía plenamente en su limitado conocimiento y sabe "venderlo". El ignorante es un gurú a la hora de hacerse notar. En el mundo empresarial moderno, todos, de algún modo, estamos obligados a ser promotores de nosotros mismos y de hecho, no tenemos más que darnos un pequeño paseo por los currículum de Linkedin para ver en cuántos perfiles aparece la frase: "soy experto en..." Las personas más inteligentes, por su parte ni siquiera se sienten cómodas hablando de sí mismas. No se autoperciben como expertos, carecen de la firme determinación del ignorante y se focalizan más en lo que aún no saben que en lo que ya dominan con sobrada habilidad.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
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