La autoestima está relacionada con la
conciencia que se tiene sobre sí, junto
con los valores, ideales y proyectos que
se van estructurando desde la historia de
la persona, que al inicio de la vida se
anclará en el narcisismo, la omnipotencia
y el egocentrismo propios de esa etapa...
Con el desarrollo, estas características se entrelazarán con las realidades interna y externa, representadas por la cultura, la educación y el concepto que los demás tienen de la persona. La autoestima debería estar articulada con el semejante, los ideales y los proyectos posibles, renunciando a los imposibles.
Tampoco hay que olvidar que existe una línea que va de la autoestima magnificada a la depresión y sus efectos somáticos, en peligro marco de una sociedad que exige un éxito que suele buscarse a través de promesas de felicidad o de adicciones que mitigan aquello que se vive como fracaso.
La autoestima permite valorarse y esto se construye desde la cuna. Los padres son el espejo donde el niño se mira e irá edificando la imagen de sí. Una autoimagen que será dinámica e irá enriqueciéndose, porque cada edad exige renuncias y ofrece nuevas posibilidades. Por ello, ¡ gane estima, sea su mejor amigo! Y piense en positivo!
Fuente: Revista Familia Cooperativa, por la Licenciada Marta Craichik MP051
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