A los seres humanos nos gusta
pensar que la estabilidad es la
regla y los momentos de crisis,
la excepción, tan inoportunas
rara vez bienvenidas....
Las crisis nos recuerdan que la vida está llena de recodos y sorpresas que no siempre responden a nuestra minuciosa planificación. Una ruptura sentimental, la pérdida de un ser querido, una mudanza a un lugar distante, un despido del trabajo, etcétera.
Las crisis son tan diversas como queramos pensarlas. Algunas nos golpean duro, como las enfermedades, otras nos dejan atónitos sintiendo que el orden que hasta ayer teníamos en nuestras vidas hoy ya no existe y como en los juegos de naipes, se impone barajar y dar de nuevo.
Nada es para siempre. Una crisis es un cambio brusco e inesperado, que produce una alteración en la experiencia normal de la vida. Cambiar de vida, puede funcionar como avisos. Sin embargo, siempre cabe la opción de obviarlas, dejar que el contestador automático grabe el mensaje y optar por resolver el problema más adelante. Pero, ante esta opción, nos arriesgamos a que surjan más crisis y todavía mayores, en el futuro.
Superación. Capacidad para tolerar y manejar emociones intensas. Utilizar metáforas para describir los propios sentimientos. Salir fortalecidos, en la mayoría de los casos, aprendizajes que deja en términos de auto-conocimiento o de desarrollar mejores habilidades y recursos personales.
Fuente: Infobae.com
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