Quienes critican las modas dicen
que éstas responden a un sencillo
proceso de "ellos lo crean y
nosotros nos lo ponemos".
Lo cierto es que el motivo por el
cual seguimos las tendencias
de moda no es ni tan
sencillo ni tan prescindible para
el ser humano...
"A" influye sobre "B" de la misma manera que "B" influye sobre "A". Esta es la premisa fundamental de la psicología social, una de las ramas más empíricas de la psicología que investiga y explica cómo nos comportamos las personas en contextos sociales. Y es que así somos, seres sociales y por ello, la presencia de los otros nos influye de forma tan directa y tan potente.
De hecho, la presencia de los otros nos influye incluso cuando no están presentes, porque su influencia es tan constante que se llega a interiorizar. El respeto de las normas sociales es un ejemplo de la presencia interiorizada de lo social: no tiramos papeles en la calle, no robamos o no nos colamos en lugares que hay que esperar, cuando tenemos la certeza de que nadie nos está observando en ese preciso instante.
Las normas sociales son un claro ejemplo de que no solo modificamos nuestras conductas cuando otros nos están escudriñando presencialmente sino también cuando interiorizamos el concepto de el otro como una constante vital. Así pues, desde este nivel de análisis, las modas son un tipo de norma social. Son uno de los fenómenos más ilustrativos del nivel de influencia que lo social ejerce sobre nosotros.
Las tendencias que nos marcan los demás impactan sobre nuestro día a día y explican muchas de nuestras decisiones, conductas y actitudes. No somos borregos siguiendo modas aleatorias, tenemos nuestro criterio propio pero éste es muy flexible y tremendamente permeable a la influencia de nuestro contexto social. Seguir una moda no nos convierte en estúpidos, es sencillamente una consecuencia de todos los procesos que se ponen en marcha por el mero hecho de ser, por naturaleza, seres sociales.
El poder de esta influencia emana de una característica fundamental en común: somos compañeros de especie. Y ninguno estamos exentos. La influencia es mutua porque nacemos configurados para que la opinión que los demás tienen sobre nosotros nos importe y para que su influencia nos alcance. Seguir una moda obedece al principio de conformidad, un principio básico que explica muchas de nuestras conductas en sociedad y que se basa en el hecho de que todo hijo de vecino prefiere ser bien percibido en contextos sociales antes que ser mal considerada positivamente por otros antes que ser considerado positivamente por otros antes que ser considerado de forma negativa. Tan básico y tan obvio como esto.
Por ello, nos cuesta llevarle la contra a las mayorías, especialmente si se trata de asuntos triviales, que no afectan ni a nuestra ideología ni a nuestros principios éticos. Las modas son el mejor ejemplo. Si no nos va la vida en ello, preferimos no nadar contra la corriente. Desde la conformidad social asumimos ciertas tendencias y las seguimos como propias. El principio de conformidad, explica que las personas tendemos a conformarnos con lo que más disponible tenemos. ¿Qué hay más disponible que una moda a la que estamos expuestos con sólo salir a la calle, ver un anuncio de televisión o hablar por teléfono con un amigo? Y sabemos, además, que ciertas variables promueven que se acentúe y se facilite este conformismo.
Fuente: www.elmundo.es
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jueves, 25 de julio de 2019
jueves, 18 de julio de 2019
¿ESTAMOS CONFORMES CON NOSOTROS MISMOS?...
Cómo te ves a ti mismo y cómo te
valoras, es fundamental para todas
las facetas de tu vida...
Alguna vez, se puso a pensar cómo
se ve? ¿Cómo se valora? ¿Qué
autoconcepto tiene? ¿Es real o
está distorsionado?...
La imagen que tenemos de nosotros mismos, la hemos ido creando en base a nuestras experiencias y creencias desde nuestra infancia hasta hoy. Además de crearnos un concepto o autoimagen, a lo largo de nuestra vida, aprendemos también a valorarla, la llamada autoestima se fomenta desde que siendo niños, nos sentimos reconocidos, queridos y aceptados.
Esta autovaloración, influye directamente en los logros y relaciones de nuestras vidas. De modo que las personas con una autoestima sana se sienten bien consigo mismas, aprecian su propia valía y están orgullosas de sus capacidades, habilidades y logros y por tanto, les resulta más fácil enfrentarse a cualquier reto en su día a día.
Sin embargo, las personas con baja autoestima, sienten que no gustarán a nadie, que nadie los aceptará o que no son buenos en nada, y por tanto, siempre encuentran limitaciones y fracasos a la hora de enfrentarse a los mismos retos diarios.
Todos pasamos por momentos donde no nos queremos tanto, incluso hay personas que de forma continuada no logran conseguir una autoestima sana. Algunas de las claves para identificar si tenemos nuestra autoestima baja son: Falta de motivación y conformismo, dejadez tanto física como en las relaciones sociales y laborales, negatividad hacia los demás y en nuestros pensamientos, timidez, inseguridades, miedos, perfeccionismo y no afrontar los cambios.
Para tener un buen concepto de sí mismo, es de vital importancia, ya que nos servirá para enfrentarnos a la vida con una mayor seguridad, viéndonos más capaces de conseguir lo que nos propongamos, mediante el esfuerzo. Un autoconcepto negativo puede desmotivarnos y dificultad que consigamos nuestra metas y objetivos.
Afortunadamente, podemos hacernos conscientes de todo esto, de todo lo que gira entorno a cómo nos vemos a nosotros mismos. Para determinar lo que escogemos y lo que desechamos. Solo mediante la reflexión y la madurez, somos capaces de aprovechar cada uno de las experiencias por las que pasamos en nuestro autoconcepto positivo, que nos permita sentirnos capaces y válidos. Las claves que nos sirven para mejorar la autoestima se encuentran en la propia conciencia, la madurez, y aprovechamiento de la experiencia, la regulación de nuestros pensamientos y la gestión emocional.
Fuente: www.lavidalucida.com
Fuente: mensalus.es
Fuente: emprendimientos.es
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valoras, es fundamental para todas
las facetas de tu vida...
Alguna vez, se puso a pensar cómo
se ve? ¿Cómo se valora? ¿Qué
autoconcepto tiene? ¿Es real o
está distorsionado?...
La imagen que tenemos de nosotros mismos, la hemos ido creando en base a nuestras experiencias y creencias desde nuestra infancia hasta hoy. Además de crearnos un concepto o autoimagen, a lo largo de nuestra vida, aprendemos también a valorarla, la llamada autoestima se fomenta desde que siendo niños, nos sentimos reconocidos, queridos y aceptados.
Esta autovaloración, influye directamente en los logros y relaciones de nuestras vidas. De modo que las personas con una autoestima sana se sienten bien consigo mismas, aprecian su propia valía y están orgullosas de sus capacidades, habilidades y logros y por tanto, les resulta más fácil enfrentarse a cualquier reto en su día a día.
Sin embargo, las personas con baja autoestima, sienten que no gustarán a nadie, que nadie los aceptará o que no son buenos en nada, y por tanto, siempre encuentran limitaciones y fracasos a la hora de enfrentarse a los mismos retos diarios.
Todos pasamos por momentos donde no nos queremos tanto, incluso hay personas que de forma continuada no logran conseguir una autoestima sana. Algunas de las claves para identificar si tenemos nuestra autoestima baja son: Falta de motivación y conformismo, dejadez tanto física como en las relaciones sociales y laborales, negatividad hacia los demás y en nuestros pensamientos, timidez, inseguridades, miedos, perfeccionismo y no afrontar los cambios.
Para tener un buen concepto de sí mismo, es de vital importancia, ya que nos servirá para enfrentarnos a la vida con una mayor seguridad, viéndonos más capaces de conseguir lo que nos propongamos, mediante el esfuerzo. Un autoconcepto negativo puede desmotivarnos y dificultad que consigamos nuestra metas y objetivos.
Afortunadamente, podemos hacernos conscientes de todo esto, de todo lo que gira entorno a cómo nos vemos a nosotros mismos. Para determinar lo que escogemos y lo que desechamos. Solo mediante la reflexión y la madurez, somos capaces de aprovechar cada uno de las experiencias por las que pasamos en nuestro autoconcepto positivo, que nos permita sentirnos capaces y válidos. Las claves que nos sirven para mejorar la autoestima se encuentran en la propia conciencia, la madurez, y aprovechamiento de la experiencia, la regulación de nuestros pensamientos y la gestión emocional.
Fuente: www.lavidalucida.com
Fuente: mensalus.es
Fuente: emprendimientos.es
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miércoles, 10 de julio de 2019
LA POBREZA, ALGO NEGATIVO Y PENOSO...
La pobreza es la situación de
no poder satisfacer las necesidades
físicas y psicológicas básicas de
una vida digna por falta de
recursos como la alimentación, la
vivienda, la educación, la asistencia
sanitaria, el agua potable o la electricidad....
La pobreza puede afectar a una persona, a
un grupo de personas o a toda una región
geográfica....
También se suele considerar como pobreza a las situaciones en que la falta de medios económicos impide acceder a tales recursos. Situaciones como el desempleo, la falta de ingresos o un nivel bajo de los mismos. Asimismo la pobreza puede ser el resultado de procesos de exclusión social, segregación social o marginación ( de manera inversa, el que una persona se vuelva pobre también puede conducirla a la marginación).
En muchos países del tercer mundo, la pobreza se presenta cuando no es posible cubrir las necesidades incluídas en la canasta básica de alimentos o se dan problemas de subdesarrollo. En los estudios y estadísticas sociales se distingue entre pobreza y pobreza extrema, también llamada miseria o indigencia, definiéndose la pobreza extrema como aquella situación en la que una persona no puede acceder a la canasta básica de alimentos, que le permita consumir una cantidad básica de calorías por día, y pobreza como aquella situación en la que una persona no puede acceder a una canasta básica de bienes y servicios más amplia que incluye, además de los alimentos, rubros como los servicios públicos, la salud, la educación, la vivienda o la vestimenta.
Según el programa de Naciones Unidas para el desarrollo, afirman que 1 de cada 5 habitantes del mundo vive en situación de pobreza o pobreza extrema. Es decir 1.500 millones de personas no tienen acceso a saneamiento, agua potable, electricidad, educación básica o al sistema de salud, además de soportar carencias económicas incompatibles con una vida digna. En Argentina, una familia tipo con dos hijos, necesita 30.000 pesos para no ser pobre.
Fuente: es.wikipedia.org
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no poder satisfacer las necesidades
físicas y psicológicas básicas de
una vida digna por falta de
recursos como la alimentación, la
vivienda, la educación, la asistencia
sanitaria, el agua potable o la electricidad....
La pobreza puede afectar a una persona, a
un grupo de personas o a toda una región
geográfica....
También se suele considerar como pobreza a las situaciones en que la falta de medios económicos impide acceder a tales recursos. Situaciones como el desempleo, la falta de ingresos o un nivel bajo de los mismos. Asimismo la pobreza puede ser el resultado de procesos de exclusión social, segregación social o marginación ( de manera inversa, el que una persona se vuelva pobre también puede conducirla a la marginación).
En muchos países del tercer mundo, la pobreza se presenta cuando no es posible cubrir las necesidades incluídas en la canasta básica de alimentos o se dan problemas de subdesarrollo. En los estudios y estadísticas sociales se distingue entre pobreza y pobreza extrema, también llamada miseria o indigencia, definiéndose la pobreza extrema como aquella situación en la que una persona no puede acceder a la canasta básica de alimentos, que le permita consumir una cantidad básica de calorías por día, y pobreza como aquella situación en la que una persona no puede acceder a una canasta básica de bienes y servicios más amplia que incluye, además de los alimentos, rubros como los servicios públicos, la salud, la educación, la vivienda o la vestimenta.
Según el programa de Naciones Unidas para el desarrollo, afirman que 1 de cada 5 habitantes del mundo vive en situación de pobreza o pobreza extrema. Es decir 1.500 millones de personas no tienen acceso a saneamiento, agua potable, electricidad, educación básica o al sistema de salud, además de soportar carencias económicas incompatibles con una vida digna. En Argentina, una familia tipo con dos hijos, necesita 30.000 pesos para no ser pobre.
Fuente: es.wikipedia.org
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miércoles, 3 de julio de 2019
UN PROBLEMA DE SALUD QUE VA EN AUMENTO: LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
Algunas patologías mentales son
conocidas por la población en
general, como la depresión,
ansiedad, adiciones, esquizofrenia,
etcétera.
Dichas patologías presentan
tratamientos con resultados
exitosos y gozan de una larga
trayectoria en la investigación
científica.....
Sin embargo, existen otros problemas de salud mental menos conocidos por la población y no por ello con menor número de afectados. El desconocimiento de algunas patologías da lugar en ocasiones a la incomprensión suponiendo para las personas afectadas y sus familiares, sentimientos de frustración, rabia, desesperanza, impotencia y culpa.
En el momento actual, entre los incomprendidos de la salud mental, se encuentran los trastornos de personalidad. La realidad es que el número de afectados por este problema es cada vez mayor. Las últimas investigaciones hablan entre un 2 o 3% de trastornos de personalidad en la población general. Pero cuando hablamos de pacientes en tratamiento ambulatorio y hospitalario, la cifra aumenta.
Con lo cual estamos ante una patología con un volumen elevado de afectados que requiere de una mayor comprensión y atención. La personalidad es el modo de ser propio y particular de una persona que lo identifica como tal, a través del tiempo y de las diferentes situaciones y roles que desempeña.
Es en sí mismo más que la suma de las partes; una entidad compleja que se halla en cambio y crecimiento continuo. Ahora bien, un trastorno de personalidad sería la perturbación de la persona en ese modo de ser propio y particular, en su forma de "estar en el mundo", dramática en muchas ocasiones.
Al estar dañado ese modo de estar en el mundo, las repercusiones no son sólo para el paciente, también para su entorno más cercano: familia, amigos, así como a su entorno social en general. Los trastornos de personalidad se caracterizan por su aparición temprana, su resistencia al cambio o rigidez y su cronicidad.
En cuanto a su rigidez, la personalidad sana es más o menos estable o similar en diferentes situaciones y momentos vitales; en ese más o menos, radica la normalidad. Podemos ser muy tozudos, pero a la vez saber escuchar a los demás, o preocuparnos por la opinión de los demás o ser pacientes. Todas esas características hacen que nuestra tozudez se flexibilice y se exprese de forma atenuada en circunstancias e incluso que llegue a desaparecer o a permanecer en un segundo plano en ocasiones.
Somos tozudos pero no siempre con la misma intensidad, ni ante todos los problemas, situaciones o experiencias, ni con todas las personas. Su capacidad de aprender nuevas maneras de comportarse, se halla gravemente limitado. Además, los trastornos de personalidad son inestables, en el sentido de que su modo de ser es impredecible, incluso para la misma persona que lo padece, no pudiendo desarrollar formas consistentes de abordar los problemas de expresarse, de prever o imaginar soluciones a posibles dilemas, o bien, de saber algo tan importante como qué es lo que desea o qué podría ser bueno para su felicidad.
En resumen, la extrema estabilidad o rigidez, como la inestabilidad máxima, no se puede predecir, son elementos nucleares de los trastornos de personalidad, provocando que este tipo de personalidad patológica no le sea útil a la persona, en el sentido evolutivo o adaptativo, siendo dañina para ella y para su entorno, de ahí los niveles tan altos de angustia y sufrimiento que llegan a padecer.
En los trastornos de personalidad, no hay un sistema más afectado que otro, es una afectación total del individuo. Se ve afectado su modo de ser, por tanto, la diferencia con otros trastornos y de ahí su complejidad. Las perturbaciones aparecen en un amplio rango de comportamientos, sentimientos, experiencias internas y circunstancias diversas.
Teniendo en cuenta la complejidad de la patología, la mejor forma de aproximarnos a su comprensión y tratamientos, es olvidarlo desde lo más sencillo o más evidente, con la esperanza que un pequeño cambio más profundo.
Fuente: www.diarioinformacion.com
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conocidas por la población en
general, como la depresión,
ansiedad, adiciones, esquizofrenia,
etcétera.
Dichas patologías presentan
tratamientos con resultados
exitosos y gozan de una larga
trayectoria en la investigación
científica.....
Sin embargo, existen otros problemas de salud mental menos conocidos por la población y no por ello con menor número de afectados. El desconocimiento de algunas patologías da lugar en ocasiones a la incomprensión suponiendo para las personas afectadas y sus familiares, sentimientos de frustración, rabia, desesperanza, impotencia y culpa.
En el momento actual, entre los incomprendidos de la salud mental, se encuentran los trastornos de personalidad. La realidad es que el número de afectados por este problema es cada vez mayor. Las últimas investigaciones hablan entre un 2 o 3% de trastornos de personalidad en la población general. Pero cuando hablamos de pacientes en tratamiento ambulatorio y hospitalario, la cifra aumenta.
Con lo cual estamos ante una patología con un volumen elevado de afectados que requiere de una mayor comprensión y atención. La personalidad es el modo de ser propio y particular de una persona que lo identifica como tal, a través del tiempo y de las diferentes situaciones y roles que desempeña.
Es en sí mismo más que la suma de las partes; una entidad compleja que se halla en cambio y crecimiento continuo. Ahora bien, un trastorno de personalidad sería la perturbación de la persona en ese modo de ser propio y particular, en su forma de "estar en el mundo", dramática en muchas ocasiones.
Al estar dañado ese modo de estar en el mundo, las repercusiones no son sólo para el paciente, también para su entorno más cercano: familia, amigos, así como a su entorno social en general. Los trastornos de personalidad se caracterizan por su aparición temprana, su resistencia al cambio o rigidez y su cronicidad.
En cuanto a su rigidez, la personalidad sana es más o menos estable o similar en diferentes situaciones y momentos vitales; en ese más o menos, radica la normalidad. Podemos ser muy tozudos, pero a la vez saber escuchar a los demás, o preocuparnos por la opinión de los demás o ser pacientes. Todas esas características hacen que nuestra tozudez se flexibilice y se exprese de forma atenuada en circunstancias e incluso que llegue a desaparecer o a permanecer en un segundo plano en ocasiones.
Somos tozudos pero no siempre con la misma intensidad, ni ante todos los problemas, situaciones o experiencias, ni con todas las personas. Su capacidad de aprender nuevas maneras de comportarse, se halla gravemente limitado. Además, los trastornos de personalidad son inestables, en el sentido de que su modo de ser es impredecible, incluso para la misma persona que lo padece, no pudiendo desarrollar formas consistentes de abordar los problemas de expresarse, de prever o imaginar soluciones a posibles dilemas, o bien, de saber algo tan importante como qué es lo que desea o qué podría ser bueno para su felicidad.
En resumen, la extrema estabilidad o rigidez, como la inestabilidad máxima, no se puede predecir, son elementos nucleares de los trastornos de personalidad, provocando que este tipo de personalidad patológica no le sea útil a la persona, en el sentido evolutivo o adaptativo, siendo dañina para ella y para su entorno, de ahí los niveles tan altos de angustia y sufrimiento que llegan a padecer.
En los trastornos de personalidad, no hay un sistema más afectado que otro, es una afectación total del individuo. Se ve afectado su modo de ser, por tanto, la diferencia con otros trastornos y de ahí su complejidad. Las perturbaciones aparecen en un amplio rango de comportamientos, sentimientos, experiencias internas y circunstancias diversas.
Teniendo en cuenta la complejidad de la patología, la mejor forma de aproximarnos a su comprensión y tratamientos, es olvidarlo desde lo más sencillo o más evidente, con la esperanza que un pequeño cambio más profundo.
Fuente: www.diarioinformacion.com
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