Si le faltan el respeto, ponga límites
y protéjase de las agresiones, ya
sean, directas o indirectas.
No hemos venido a este mundo para
soportar agresiones por muy veladas
que sean éstas, y menos aún cuando
no hemos hecho nada para merecerlas...
Piense, que no podemos controlar el comportamiento de todas las personas, pero si podemos aprender a establecer límites y consecuencias cuando alguien los traspase. Hemos llegado a normalizar la falta de respeto como algo que forma parte, sobre todo, de las relaciones de poder. Como si fuera una base tolerable en las relaciones entre personas de "diferentes niveles de una jerarquía".
Nos excusamos y excusamos a los otros. "Bueno...es tu jefe, no te queda otra que aguantarlo..." " A ver...no esperes que te vayan a tratar bien si has llegado nuevo a ese trabajo y etcétera, etcétera...
La línea que separa lo que es tolerable y de lo intolerable se ha vuelto borrosa, como si fuera un trazo a lápiz sobre el que hemos pasado repetidas veces el dedo. Por otro lado, cada uno tiene la capacidad y la obligación de poner sus propios límites. No obstante lo que sí es cierto es que en muchas ocasiones nos encontramos a nosotros mismos dudando si algo ha sobrepasado los límites del respeto en una relación, o no.
Los límites protegen de la falta de respeto. Por ello es fundamental dejar claro qué vamos a tolerar y qué no vamos a tolerar en una relación. Con nuestros amigos, con los conocidos, con los compañeros de trabajo, con la familia... Hagamos un esfuerzo por entender las señales de nuestro cuerpo cuando alguien está sobrepasando la frontera.
Cuando el respeto hacia nosotros está siendo violado, nuestro cuerpo es sabio y siempre nos avisará de ello. Escucharle y ser conscientes de él es nuestra tarea. En las relaciones humanas nadie es superior a nadie. Todos somos diferentes y desempeñamos actividades diferentes, pero nadie es "humanamente superior" a nadie. Por tanto si permitimos que alguien nos dañe o nos hiera no deberíamos, pensar que la superioridad es una razón válida.
Por esta regla de tres todas las personas "superiores" a nosotros, tienen el derecho de herirnos y dañarnos. Si nadie es superior a nadie, entonces quizá sea bueno plantearse hasta qué punto le está dando ese poder USTED MISMO! Ese poder que otro de partida no tiene!.
Nos encontramos dando poder a determinadas personas para herirnos, y hacernos sentir mal. ¿Cómo? Asumiendo su falta de respeto como algo natural, como algo que le permitimos hacer. Pero sin duda es todo un reto, y exige un cierto esfuerzo si no está acostumbrado a hacerlo, pero merece la pena...
Merece la pena respetarse a uno mismo, más que dejar que los otros nos falten el respeto para mantener su "aprecio" hacia nosotros. ¡ Todos podemos elegir respetarnos cuando otros no lo hagan!
Fuente: lamenteesmaravillosa.com//Alicia Garrido Martín psicóloga
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