días, podemos encontrar una gran
cantidad de muertes extrañas e
inusuales de personajes célebres...
En el año 458 A.C., el afamado escritor griego Esquilo, murió cuando un águila dejó caer sobre él, una tortuga de gran tamaño, confundiendo su cabeza calva con una piedra. El ave tenía la intención de romper el caparazón del animal para poder comer su carne.
George Plantagenet, duque de Clarence, era un miembro de la familia real británica que pasó a la historia como personaje de la obra "Ricardo III", de William Shakespear. Según documentos de la época para ejecutarlo fue ahogado en un barril de vino, en el año 1478. Se dice que podría haber sido una broma de los verdugos, quienes conocían su fama de bebedor.
Francois Vatet, chef de Luis XIV, se suicidó en el año 1671 porque su orden de mariscos llegó demasiado tarde a la cocina y no pudo soportar la vergúenza de atrasarse con la cena. Su cadaver fue descubierto por su ayudante que había sido enviado para avisarle la llegada de los insumos.
En 1799 Constantino Mangerli, príncipe de Wallachia, una región medieval de Rumania, fue arrestado por un soldado otomano que lo estranguló, disparó, apuñaló y finalmente lo decapitó.
Allan pinkerton, un famoso espía y detective escosés, nacionalizado estadounidense, tuvo una muerte insólita: se resbaló en una vereda y se mordió la lengua, por lo que se le formó una cangrena, esto sucedió en el año 1884.
Jack Daniel, el fundador de la destilería radicada en Tennessee, que fabrica el famoso wisky que lleva su nombre, murió en 1911 de contaminación por bacterias en la sangre, seis años después de haberse lastimado un dedo del pie por patear su caja fuerte al olvidarse de la combinación.
En el año 1916, Grigori Rasputin, el influente monje ruso, murió ahogado, atrapado bajo el hielo. Aunque todavía existen discusiones sobre las causas de su muerte, supuestamente fue sumergido en el agua a través de un agujero en el hielo, luego de haber sido envenenado, castrado y herido varias veces en la cabeza, los pulmones y el hígado.
Fuente: Telam/22 de abril de 2006.- Editado por La Nueva Provincia (papel)
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