miércoles, 18 de septiembre de 2019

RESONANCIA EMOCIONAL, GESTIONAR LO QUE SENTIMOS CON MADUREZ

La inteligencia emocional es un
músculo que hemos de aprender
a ejercitar.
Resulta vital en el vínculo con
nosotros mismos y los demás
comenzar a entrenarnos en este
valioso hábito...



                                                  Resultado de imagen para imagenes de resonancia emocional                                         

          Ser inteligentes emocionales es contar con nuestra capacidad consciente de gestionar lo que sentimos con madurez, en lugar de caer en el arrebato de someternos a nuestros primitivos impulsos inconscientes. Cuando ignoramos y desatendemos lo que no es visto se presenta "como destino". Si ignoramos que nos rechazamos resonaremos con personas que nos recuerden ese destrato.
          Así, la agresión del otro habla más de cada uno de nosotros que del otro. La pantalla del mundo es un espejo en donde nos reflejamos. Si en lugar de indignarnos con lo que nos pasa, comenzamos a indagar nuestra interioridad, comprenderemos que no somos ajenos a los resultados que obtenemos.
          La ley de resonancia afirma que de acuerdo a nuestra vibración atraemos acontecimientos acordes a nuestras verdaderas emociones. Viene bien aclarar que la famosa "ley de atracción" no responde a nuestros anhelos y deseos sino a lo que estamos siendo y sintiendo" momento a momento.
          Más que sentarnos a desear fuerte e imaginar escenarios, lo sensato es abordar nuestro mundo emocional y alinear nuestro sentir con nuestro porvenir. Así por ejemplo, podemos desear conseguir un buen trabajo, pero si no confiamos en nuestros recursos y nuestro potencial, resonaremos con aquellos empleos acordes a la confianza que nos tenemos.
          Del mismo modo respecto a una pareja, cuando el patrón de elección "se repite" no es mera casualidad. Se trata de una sincronicidad que nos invita a trabajar lo que nos negamos a reconocer. Por eso no es lo mismo "una experiencia" que una secuencia de vivencias en donde cambiamos el actor, pero mantenemos el guión.
          Si nos enojamos con el afuera y ponemos el problema en los demás nos perdemos la oportunidad de auto-indagar en nosotros mismos. El mundo externo no es más que un reflejo de nuestro intricado mundo interno. Hallar la punta del ovillo y empezar a hilvanar "nos lleva a un lugar de verdadera madurez emocional.



Fuente: corinavaldano.com
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